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miércoles, 7 de julio de 2010

Trata de mujeres y niñas

“La ruta de la soja
es la ruta de
la trata de mujeres y de niñas”

“La integración regional de las multinacionales
explota nuestros bienes naturales y nuestros cuerpos”

Más de 150 mujeres provenientes de distintas provincias de Argentina, y de los países de Bolivia, Perú, Uruguay, Brasil, Paraguay, Estados Unidos, España, los Países Bajos y Méjico, lo denunciaron en el III Encuentro Latinoamericano de Mujeres Urbanas y Rurales por la Soberanía Alimentaria que se realizó en la Granja Agroecológica “La Verdecita” de Santa Fe, entre el 24 y el 26 de octubre de 2008.
Se movilizaron, cortaron las vías del tren sojero, escracharon a “los dueños” del sistema de exclusión, al tiempo que celebraron la diversidad humana y de la madre tierra.

Síntesis del Encuentro *


El corazón de lo que alguna vez fue el cinturón hortícola más rico y más diversificado del país, hoy convertido en un desierto de soja, fue el escenario de este encuentro que unió a mujeres para debatir acerca del impacto del modelo productivo y de consumo, los agronegocios, el neoliberalismo, el patriarcado, la división internacional y doméstica del trabajo, la explotación sexual y la trata de personas.

Durante tres días se trabajó en comisiones y plenarias para analizar estos principales mecanismos de opresión y control social de las mujeres y pensar las estrategias y alternativas para sostener la lucha por el derecho a la libertad, a una vida digna, el derecho a decidir sobre el propio cuerpo, a la tierra, a la producción y al consumo de alimentos sanos.

“La ruta de la soja es la ruta de la trata de mujeres y niñas y la integración regional de las multinacionales explota nuestros bienes naturales y nuestros cuerpos” es una de las conclusiones generales.
La comisión que reflexionó acerca del “neoliberalismo, el patriarcado, los agronegocios y la marca en el cuerpo de las mujeres” usó esta metáfora para denunciar que en los territorios devastados por el modelo sojero se hace más evidente el fenómeno de la apropiación de la vida y los cuerpos de las mujeres.
El modelo sojero no sólo produce la contaminación de nuestro suelo y expulsa a las poblaciones rurales hacia las periferias pobres de las ciudades, también agrava la situación de vulnerabilidad de mujeres y niñas. Basta con mirar los márgenes de los hegemónicos y famosos “caminos de la producción” para encontrar las postales de miseria y olvido apenas iluminadas con las luces de las whiskerías donde los cuerpos de las mujeres son sometidos, violados y explotados comercialmente no sólo por los varones, sino por todo un sistema ideológico y de negocios naturalizado y validado por la sociedad.

Vigencia de sus dichos

Ana Fiol, comunicadora:
“las multinacionales nos miran como un territorio a cortar en tajos, ven el territorio y no las comunidades; entonces aparecen las rutas destinadas a sacar la producción que las enriquece y a los costados aparecen todas las consecuencias de este sistema patriarcal y capitalista que odia a las mujeres”. “En lo social las mujeres somos invisibilizadas, en lo simbólico somos cosificadas y en lo económico explotadas. En la cotidianidad y en los medios de comunicación los cuerpos de las mujeres son brutalizados”.

Avelina Amatti, de Santa Fe:
“el hombre ha tratado a la tierra igual que como trata a las mujeres; si no logramos que amen y respeten la tierra nunca podrán amarnos a nosotras”.

Adelinda Díaz, peruana, dirigente social y Secretaría General de Trabajadoras del Hogar:
“este sistema neoliberal está terminando con los seres humanos. Todas y todos quienes estamos comprometidos con esta lucha sabemos que los culpables son de otros países que con la bendición de nuestros gobiernos compran las tierras de campesinos y nos matan”. “Nuestra primera responsabilidad es unirnos y organizarnos, porque tenemos que tener en cuenta que los enemigos se organizan silenciosamente y aunque ellos viven de nuestros recursos, nosotras/os tenemos la voluntad de oponernos y presenciar la caída del capitalismo”.

Silvana Brites de Paraguay, integrante de una organización que hace más de 10 años trabaja por los derechos de las familias que fueron violentamente desalojadas de sus tierras en la dictadura:
“los primitivos habitantes de mi país siempre decían que el viento, el agua, los árboles no son negociables; no se puede atrapar, tomar estas riqueza y repartirlas inequitativamente. Son riquezas que heredamos y tenemos que cuidar para las otras generaciones”… “somos unos salvajes porque no pensamos en los pájaros que no pueden poner sus nidos en las ramas de la soja y no nos detenemos a pensar en esto tan despiadado…”

Julia Ramos Sánchez, Diputada Nacional del MAS boliviano:
“vengo propuesta por una organización social; soy representante de las mujeres campesinas, indígenas y originarias Bartolina Sisa, del departamento de Tarija y de esta forma vamos participando y llegando hasta los niveles de decisión, para poder seguir generando políticas de bienestar basadas en la transparencia, la honestidad y el servicio a todas y todos”. Y agregó “debemos cuidar nuestras tierras. La madre tierra no la debemos utilizar, solamente para fines de lucro y fines de intereses que nos permitan enriquecernos y destrocen el medio ambiente. Hay temas fundamentales, como la tierra, el agua y los servicios, tanto salud como educación, que deben ser un servicio de primera línea para nuestro pueblo”.
“Hoy nos necesitamos, blancos, morenos, sabios, y el que no sabe ni escribir ni la jota, valemos igualitos y por eso tenemos la gran responsabilidad de ayudarnos entre todas y todos y si nos ayudamos, seremos felices el día de mañana, triunfadores. Igualitos nos juntamos para podernos desarrollar entre todas/os y construir el nuevo modelo, no solamente en Bolivia, en América Latina. Otro mundo es posible, justo, social, para todas/os”.

*Leer NOTA COMPLETA: escrita por Jorgelina Londero: Comunicadora feminista, participante del Encuentro de Mujeres por la Soberanía alimentaria - ljorgelina@gmail.com

http://laverdecita.blogspot.com/ 

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