¡No
al Plan IIRSA y el modelo extractivo-contaminante!
En el Foro Mundial sobre
Soberanía Alimentaria, convocado en La Habana el 7 de septiembre de 2001, y en el que
participaron agricultores, organizaciones y redes de movimientos de todo el
mundo, se declaró, entre sus resoluciones, al 16 de octubre como Día Mundial de
la Soberanía Alimentaria.
Fruto de una preocupación
largamente gestada, este día no es una efeméride más, un mero “Día de la Alimentación ” (como
antes se lo conocía). La soberanía alimentaria representa una reivindicación,
una lucha y un anhelo de los pueblos por una vida digna, sin hambre y con una
mayor autonomía en la provisión de alimentos para todos y todas. Significa
tener la capacidad de elegir autónomamente, como pueblos, nuestros alimentos,
nuestras formas de producción y distribución, de una manera sustentable para
con los bienes comunes de la naturaleza, y respetuosa de los pueblos y sus
prácticas sociales y culturales.
Un
megaproyecto a espaldas del pueblo
Tal proyecto ya es una realidad.
El Plan IIIRSA (Iniciativa para la Integración de Infraestructura de la Región Sudamericanala Corporación Andinala Cuenca
del Plata (FONPLATA).
El
IIRSA en Argentina y en Rosario.
La Argentina es uno de los
actores más enérgicos en la ejecución del Plan IIRSA. Su territorio es
atravesado por el 50 por ciento de los 10 ejes de integración que conforman el
IIRSA, y el 20 por ciento de los proyectos tienen como una de sus contrapartes
al Estado argentino. Entre éstos últimos, algunos de los más importantes son el
Gasoducto del Noreste Argentino (en torno al cual giró el escándalo de corrupción
del “Caso Skanska”), las plantas hidroeléctricas de Garabí y Corpus Christi, la
remodelación de la ruta nacional 14 y la hidrovía Paraná-Paraguay.
Esta hidrovía representa uno de
los pilares más importantes del plan de saqueo, ya que sobre sus aguas y desde
sus puertos parten diariamente toneladas de soja y minerales en bruto con
destino a las economías centrales. En el marco del IIRSA, se busca
redimensionar la flota de navegación y mejorar la infraestructura de los
puertos, con el fin de abaratar los costos al máximo posible. Asimismo, se
prevé optimizar la navegabilidad del río a través del dragado permanente, el
ensanchamiento y “enderezamiento” de sus cauces e incluso el dinamitado de los
afloramientos rocosos que impedirían el pasaje durante la estación seca. Esto
acarreará fuertes impactos socio-ambientales, como crecientes más rápidas y
grandes, aumentando el riesgo de inundaciones y desalojos para las poblaciones
aguas abajo, así como sequías más prolongadas e intensas.
En nuestra región el IIRSA
también ha hecho pie. Desde el ya proyectado puente Santa Fe-Paraná, que busca
principalmente agilizar la circulación de camiones repletos de carga, hasta las
recientes exposiciones de la
Municipalidad local en la Expo de Shanghai, donde se hizo gala de las
dinámicas productivas relacionadas con el río y las políticas apuntadas al
mejoramiento de los puertos y del eje productivo agro-industrial, el Plan IIRSA
está, valga la redundancia, en los planes de los gobiernos provincial y
municipal.
Así, esos monumentales buques que
diariamente vemos salir y entrar por nuestro puerto, esos barcos cargueros que
nunca sabemos adónde van ni qué se llevan, representan la permanente sangría de
nuestros bienes comunes, la misma que desde hace siglos vienen sufriendo los
pueblos de nuestro continente y que satisface sólo el hambre de “materias
primas” para productos manufacturados en las economías imperialistas. Productos
que tendrán como destino el consumo insaciable de unos pocos, y sobre su
efímera historia las marcas del hambre, el saqueo, la miseria y la
contaminación de los pueblos más oprimidos de nuestro continente. Pueblos a los
que, en esta región “de cara al río”, con millones de hectáreas rebosantes de
soja y vaciadas de agricultores, con kilómetros de cordón portuario, con bellas
costaneras y paseos ribereños, se les da la espalda sistemáticamente.
Hoy, día de la Soberanía Alimentaria
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