Para verlo en You Tube click aquí
GUIÓN DEL VIDEO
Sábado 8 de mayo de 2010/ Redacción: Raúl Dellatorre/ Edición: Juan Pablo Ávalos/ Visión Siete Internacional/ Tras haber sido señalado hace apenas dos años como uno de los principales responsables de la crisis financiera global, el Fondo Monetario Internacional recuperó el protagonismo en medio, justamente, de otro capítulo de la crisis.
El crédito de rescate acordado entre el FMI y el Banco Central Europeo para Grecia, de 110 mil millones de euros, va acompañado de los tradicionales planes de ajuste para ordenar las cuentas públicas.
Reducción de salarios estatales, aumentos de impuesto al consumo y a las empresas, baja en los pagos de pensiones y elevación de la edad jubilatoria para algunas categorías de empleo público son los ingredientes de la amarga receta que se le aplicará a la enferma economía griega.
Para satisfacción de los banqueros europeos, principalmente alemanes y franceses, se ha vuelto a privilegiar el pago de vencimientos de deuda por sobre las condiciones de vida de los habitantes del país deudor.
George Papandreu, primer ministro del gobierno helénico, le reclamó a la población “soportar los sacrificios necesarios para sanear las finanzas públicas”. El sacrificio no es pequeño ni será breve.
El objetivo planteado por el FMI y la Comisión Europea es reducir a la mitad la brecha fiscal entre ingresos y gastos, que se estima que ya alcanza a 14 puntos del producto interno bruto. El período previsto para alcanzar la meta es de tres años, durante los cuales se extenderá la política de ajuste con las presentes medidas y las que podrían ser necesarias para alcanzar el objetivo.
La respuesta social y política en Grecia fue inmediata. Las principales centrales sindicales, tanto del sector público como privado, convocaron a un paro masivo en repudio al antipopular plan. Hospitales, el transporte urbano, los aeropuertos y hasta los medios de comunicación quedaron paralizados el miércoles, cuando decenas de miles de personas se lanzaron a las calles de Atenas y otros centros urbanos para hacer flamear su protesta.
Fruto de la exaltación, la primera jornada de movilización arrojó el saldo de tres víctimas fatales.
La tensión entre la respuesta al riesgo de quiebra financiera y el costo social que la salida implica es evidente. Fogoneado desde Alemania por la canciller Angela Merkel, el Banco Central Europeo sigue a rajatablas el plan para salvar el euro aunque esto implique el sacrificio del socio del Mar Egeo.
“La llave para resolver el problema está en Grecia, que debe someterse a un gran esfuerzo propio”, fue la primera condición que fijó Merkel para brindar su ayuda. La segunda fue vincular al FMI, para que todo el riesgo de desactivar la bomba no quedara únicamente en manos europeas. La tercera fue retacear la ayuda hasta el último instante, cuando a Grecia ya no le quedara otra salida al cerrársele las demás puertas de financiamiento en los mercados de capitales.
Sin alternativas, y ante la inminencia de un vencimiento por 8.500 millones de euros el 19 de mayo que lo hubiera puesto en default, el gobierno griego aceptó las condiciones impuestas.
“Sin miramientos ni indulgencia”, fue la instrucción que lanzó Merkel a sus socios europeos para encarar la etapa. “Europa está en la encrucijada, pero toda Europa está mirando a Alemania. Sin nosotros, o contra nosotros, no puede haber ninguna decisión económicamente viable”, advirtió la canciller este último miércoles, al pedir el respaldo del parlamento al otorgamiento de la ayuda a Grecia.
Alemania aportará 22 mil quinientos millones de euros, de los 80 mil que le tocan en la cuenta a la Unión Europea. En su estrategia, Alemania hoy necesita que Grecia siga pagando su deuda, aunque sea a costa de una economía desquiciada. Para aplicar ese plan, reclamó la intervención de un especialista, el FMI.
Mañana podría prescindir de la pertenencia de Grecia a la zona euro. En esas circunstancias, una eventual bancarrota griega no tendría el mismo impacto que hoy sobre la moneda europea.
Y como les recordó Merkel a los parlamentarios de la oposición esta semana, fue un gobierno de coalición de socialdemócratas y verdes en Alemania el que aprobó en 2000 la participación de Grecia como miembro de la unión monetaria.
“Un buen europeo no es necesariamente el que ayuda rápido, un buen europeo es el que está atento a los tratados europeos para modificarlos si es necesario para la estabilidad del euro”, advirtió Merkel. No sólo Grecia era destinataria de sus palabras. En España y Portugal deben haber seguido atentamente, y descifrado, con no poca preocupación el mensaje.
Sábado 8 de mayo de 2010/ Redacción: Raúl Dellatorre/ Edición: Juan Pablo Ávalos/ Visión Siete Internacional/ Tras haber sido señalado hace apenas dos años como uno de los principales responsables de la crisis financiera global, el Fondo Monetario Internacional recuperó el protagonismo en medio, justamente, de otro capítulo de la crisis.
El crédito de rescate acordado entre el FMI y el Banco Central Europeo para Grecia, de 110 mil millones de euros, va acompañado de los tradicionales planes de ajuste para ordenar las cuentas públicas.
Reducción de salarios estatales, aumentos de impuesto al consumo y a las empresas, baja en los pagos de pensiones y elevación de la edad jubilatoria para algunas categorías de empleo público son los ingredientes de la amarga receta que se le aplicará a la enferma economía griega.
Para satisfacción de los banqueros europeos, principalmente alemanes y franceses, se ha vuelto a privilegiar el pago de vencimientos de deuda por sobre las condiciones de vida de los habitantes del país deudor.
George Papandreu, primer ministro del gobierno helénico, le reclamó a la población “soportar los sacrificios necesarios para sanear las finanzas públicas”. El sacrificio no es pequeño ni será breve.
El objetivo planteado por el FMI y la Comisión Europea es reducir a la mitad la brecha fiscal entre ingresos y gastos, que se estima que ya alcanza a 14 puntos del producto interno bruto. El período previsto para alcanzar la meta es de tres años, durante los cuales se extenderá la política de ajuste con las presentes medidas y las que podrían ser necesarias para alcanzar el objetivo.
La respuesta social y política en Grecia fue inmediata. Las principales centrales sindicales, tanto del sector público como privado, convocaron a un paro masivo en repudio al antipopular plan. Hospitales, el transporte urbano, los aeropuertos y hasta los medios de comunicación quedaron paralizados el miércoles, cuando decenas de miles de personas se lanzaron a las calles de Atenas y otros centros urbanos para hacer flamear su protesta.
Fruto de la exaltación, la primera jornada de movilización arrojó el saldo de tres víctimas fatales.
La tensión entre la respuesta al riesgo de quiebra financiera y el costo social que la salida implica es evidente. Fogoneado desde Alemania por la canciller Angela Merkel, el Banco Central Europeo sigue a rajatablas el plan para salvar el euro aunque esto implique el sacrificio del socio del Mar Egeo.
“La llave para resolver el problema está en Grecia, que debe someterse a un gran esfuerzo propio”, fue la primera condición que fijó Merkel para brindar su ayuda. La segunda fue vincular al FMI, para que todo el riesgo de desactivar la bomba no quedara únicamente en manos europeas. La tercera fue retacear la ayuda hasta el último instante, cuando a Grecia ya no le quedara otra salida al cerrársele las demás puertas de financiamiento en los mercados de capitales.
Sin alternativas, y ante la inminencia de un vencimiento por 8.500 millones de euros el 19 de mayo que lo hubiera puesto en default, el gobierno griego aceptó las condiciones impuestas.
“Sin miramientos ni indulgencia”, fue la instrucción que lanzó Merkel a sus socios europeos para encarar la etapa. “Europa está en la encrucijada, pero toda Europa está mirando a Alemania. Sin nosotros, o contra nosotros, no puede haber ninguna decisión económicamente viable”, advirtió la canciller este último miércoles, al pedir el respaldo del parlamento al otorgamiento de la ayuda a Grecia.
Alemania aportará 22 mil quinientos millones de euros, de los 80 mil que le tocan en la cuenta a la Unión Europea. En su estrategia, Alemania hoy necesita que Grecia siga pagando su deuda, aunque sea a costa de una economía desquiciada. Para aplicar ese plan, reclamó la intervención de un especialista, el FMI.
Mañana podría prescindir de la pertenencia de Grecia a la zona euro. En esas circunstancias, una eventual bancarrota griega no tendría el mismo impacto que hoy sobre la moneda europea.
Y como les recordó Merkel a los parlamentarios de la oposición esta semana, fue un gobierno de coalición de socialdemócratas y verdes en Alemania el que aprobó en 2000 la participación de Grecia como miembro de la unión monetaria.
“Un buen europeo no es necesariamente el que ayuda rápido, un buen europeo es el que está atento a los tratados europeos para modificarlos si es necesario para la estabilidad del euro”, advirtió Merkel. No sólo Grecia era destinataria de sus palabras. En España y Portugal deben haber seguido atentamente, y descifrado, con no poca preocupación el mensaje.
© Noticiero Visión Siete/ TV Pública/ Argentina
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.