jueves, 9 de septiembre de 2010
Nuestras luchas - Declaraciones del MNCI
Movimiento Nacional Campesino Indígena
La
voz campesina no está presente en el actual conflicto agropecuario:
El Foro
Nacional de la Agricultura Familiar es una pantalla detrás de la cual Federación
Agraria Argentina (FAA) y a la Secretaría de Agricultura negocian a espaldas
del campesinado.
Las
organizaciones campesinas hoy no están presentes en las mesas de diálogo
abiertas ente el gobierno y las entidades que representan a los terratenientes
y empresarios del campo.
Entendemos que
no es posible, ni democrático que se debata un modelo agropecuario si no hay
participación efectiva de las organizaciones campesinas e indígenas.
En la
actualidad las políticas oficiales hacia el campesinado son asistenciales y no
lo tienen en cuenta como un sujeto económico, productivo, con una fuerte
identidad cultural. Las familias campesinas representan la mayoría de la
población rural.
En el actual
conflicto agropecuario la Federación Agraria Argentina vuelve aponerse del lado
de los grandes y los empresarios, está claro que esta entidad no nos
representa. Su doble discurso generó confusión en muchos pequeños agricultores
que salieron a la ruta por reivindicaciones históricas y terminaron sin saberlo
poniendo el cuerpo para defender los intereses de los agronegocios, es decir
apoyaron a sus verdaderos enemigos.
Las
organizaciones campesinas hemos ratificado estar a favor de las retenciones y
en contra del Lock out de las entidades ruralistas. Pero también denunciamos
que no existen políticas serias para el desarrollo del campesinado.
Tampoco el
Foro Nacional de Agricultura Familiar representa los intereses del campesinado
organizado.
Este foro es
una pantalla con la cual FAA negocia sus intereses a costa del campesinado.
Y para ello sólo
basta tener en cuenta que el actual Coordinador del Foro, Pedro Cerviño, es
también el Director del Departamento de Desarrollo Rural de la Federación
Agraria. Además el foro funciona en las
oficinas de la Federación agraria.
No se puede
representar a los sectores que llevaron al paro y al mismo tiempo a los
campesinos que son expulsados de sus tierras, para desmontar y sembrar más
soja.
Existen
innumerables pruebas de esto, pero nos remitiremos a los últimos
acontecimientos:
En la mesa de
negociación de las entidades la Federación Agraria Argentina, además de exigir
que se retroceda con las retenciones, quiere imponer un hombre suyo a cargo de la Subsecretaría de desarrollo
rural y Agricultura familiar. Como la FAA está desprestigiada por los costos
del Lock out, utilizan al foro para legitimar su posición.
El señor Pedro
Cerviño, en una decisión unilateral e inconsulta, se reunió la semana pasada
con Néstor Kirchner en nombre del FONAF para debatir sobre las políticas para
el sector y sobre la subsecretaría.
Es decir, por
un lado convocan a las organizaciones campesinas y "arrean"
beneficiarios del PSA y el INTA para "llenar" encuentros y congresos
y por el otro lado son los cuadros de FAA los que negocian con el gobierno.
Además muchas
veces FAA y la mesa ejecutiva del FONAF, que le es obsecuente, le dan al foro
la entidad de organización que no tiene, el foro debe ser solo un foro, no
representa 900 organizaciones, en la realidad representa tan solo los intereses
de la conducción de FAA.
Por eso
decimos que el Foro Nacional de Agricultura Familiar no nos representa.
También
decimos que si la Subsecretaria de Desarrollo Rural y Agricultura Familiar se
va a manejar y manipular como se ha hecho con el Foro, esta subsecretaría no
será un beneficio para el campesinado sino más bien una mentira más.
Para que el
Foro realmente sea representativo es necesario que FAA deje de ocultarse detrás
del mismo.
Esperamos
señales concretas del Foro para ver un futuro con unidad de acción entre las
organizaciones campesinas genuinas:
v
Disolución de la actual mesa ejecutiva
v
Renuncia y retirada del Foro de todos los
representantes de FAA, esto incluye al señor Pedro Cerviño como Coordinador del
mismo.
v
Traslado de la Oficina del Foro a una
dependencia que no pertenezca a ninguna entidad. (En la actualidad las oficinas
y encuentros son en la sede de FAA)
v
Cambio en la resolución de creación del foro, ya
que en la misma el gobierno le da a FAA el rol de coordinación y administración
de los recursos del FONAF. Además debemos poner en la mesa de negociación con
el gobierno en primer lugar los siguientes puntos:
·
La suspensión efectiva por tiempo indeterminado
de los desalojos de campesinos e indígenas.
·
Promoción de una Ley campesina indígena que
aborde la problemática de la tierra campesina.
·
Participación activa y real en el manejo de los
programas de la secretaria y no asistencialismo y amiguismos, o discriminación.
·
Leyes que reglamenten en el SENASA condiciones
diferenciales para la comercialización de los productos campesinos.
·
Reconocimiento de la propiedad comunitaria de
las comunidades campesinas
·
Regulación efectiva de los agrotóxicos.
·
Subsidios y créditos para los campesinos
indígenas para: producción, infraestructura comunitaria, salud y educación en
el campo, funcionamiento de sus organizaciones.
·
Control total de las exportaciones y destinar lo
recaudado por las retenciones a estos programas.
·
Participación efectiva de las organizaciones
campesinas indígenas, en la planificación y control de las políticas agrarias.
Sin el
cumplimiento de estos requisitos no participaremos del Foro, ya que no hay
condiciones de democracia e igualdad. Es decir que la unidad de las
organizaciones campesinas debemos darla desde otro ámbito.
Seguiremos
luchando por la tierra, por la vida y la cultura campesina, indígena.
Movimiento
Nacional Campesino Indígena
Red Puna, Encuentro Calchaquí, MOCASE – Vía Campesina, Movimiento
Campesino de Córdoba (Apenoc, Ucan, Ocunc, Ucatras, Organizaciones de Cruz del
Eje), Unión de Trabajadores Rurales Sin Tierra de Mendoza, Unión de Jóvenes
Campesinos de Cuyo,
Movimiento Campesino
de Misiones.
¿Qué país queremos las organizaciones del M N C I ?
“El que no cambia todo, no cambia nada”
Armando Tejada Gómez.
Reforma
Agraria - Soberanía alimentaria - Territorio - Seguridad y Derechos Humanos - Salud
- Educación y Formación
Reforma
Agraria:
Nuestra
palabra es clara y sencilla sobre la democracia que queremos: creemos que la
Reforma Agraria es uno de los caminos posibles para resolver la pobreza de la
ciudad y del campo.
Hablamos de
una Reforma Agraria integral, que
vaya más allá de la conquista económica de la tierra. El desempleo, la
violencia, la pobreza, la falta de educación y de transporte y vivienda se solucionarían
si se democratizaran los medios de producción y el control de la
comercialización.
Pero también
luchamos y proponemos una Reforma
Agraria que incluya otros aspectos de nuestra vida: lo social, lo
económico, lo político y lo cultural. La Reforma
Agraria no es sólo para las familias que habitamos el campo, es también una
urgencia y una necesidad para quienes viven en pueblos y ciudades. Es una forma
de garantizar nuestra alimentación y nuestro desarrollo, de preservar nuestros
bienes naturales, para la humanidad y para las generaciones futuras.
En nuestro
país nunca hubo una Reforma Agraria.
Entre todos debemos ir construyéndola y discutiendo cómo queremos que sea, qué
caminos recorremos, sobre qué pilares la asentamos. Nuestras manos están
siempre dispuestas a eso.
Soberanía
alimentaria:
Reforma agraria y soberanía alimentaria son dos caras de una misma moneda, se cobijan
mutuamente.
Soberanía alimentaria supone que el
trabajo de nuestra tierra tiene como objetivo prioritario alimentar en forma
sana y suficiente a todos los que vivimos en nuestro país. Pero además
previendo las necesidades de las generaciones futuras, utilizando métodos y
tipos de producción no extractivos que permitan la regeneración de los
nutrientes de nuestra tierra. Defendemos nuestro derecho a una cultura de
producción, que provee de alimentos sanos a nuestro pueblo, a través de un
comercio justo.
El modelo de
agronegocios actual tiende a considerar que la única forma de producir en el
campo es desde el punto de vista del libre mercado, favoreciendo a las empresas
multinacionales. Y ese es el criterio con el que se distribuyen y se explotan
la tierra, el agua y las herramientas para la producción. Ese es el criterio
con el que se llevan las riquezas de nuestro país al extranjero.
Hoy la
producción agropecuaria no está vista como una vía estratégica para solucionar
el problema del hambre en Argentina. Y tampoco como una verdadera forma de vida
dentro de los parámetros culturales que unen a toda Latinoamérica, la cultura
campesina indígena.
Es por eso que
cuando hablamos de sistemas campesinos de producción, que contemplan el
autoconsumo de las familias y la comercialización de los excedentes y el
equilibrio con la naturaleza, la lógica del “libre mercado” los tilda de
improductivos.
Nuestra vida
se basa en el uso comunitario de la tierra, tanto para siembra como para el
pastoreo de los animales. Criamos, producimos y elaboramos todo aquello que
consumimos y consume nuestro pueblo: dulces, quesos, arropes, frutas, miel,
pollos, vinos, verduras, vacas, cabritos, tejidos, chanchos, etcétera.
Organizamos ferias de semillas, intercambio de productos.
Luchamos por
un Comercio Justo, porque se pueda comercializar justamente. Para eso creamos
Redes de Comercio que venden nuestros productos, generando una ganancia justa
al productor y que a su vez garantizan que el alimento llegue a consumirse en
los pueblos y las ciudades. Además, estudiantes universitarios, vecinos y
compañeros de organizaciones barriales obtienen un porcentaje de ganancia por
la venta, como otra forma posible de generar trabajo digno.
Pensamos que
el comercio puede ser un acto de intercambio y no una acción en donde sólo se
produce el lucro. Un acto sin intermediarios. De las manos campesinas indígenas
a su mesa.
Territorio:
Históricamente
los campesinos indígenas hemos poseído la tierra comunitariamente, en campos
abiertos. El uso comunitario de la tierra es una costumbre arraigada en nuestra
cultura y por eso exigimos que el Estado la reconozca. Pero en nuestro sistema
jurídico no está reconocida la propiedad comunitaria de la tierra.
Los
trabajadores rurales sin tierra sufren la explotación de sus patrones cobrando
jornales de miseria. Sin que sean reconocidos ninguno de sus derechos
laborales: obra social, aportes jubilatorios, seguro por accidentes,
vacaciones, etc.
Mientras hay
muchas tierras que permanecen sin ser utilizadas y que podrían trabajarse de
forma cooperativa.
Nosotros
decimos que la tierra es para un “uso social”. Desde nuestra visión cumplen con
una función social las tierras que se encuentran productivas, respetando la
biodiversidad del medio ambiente y los derechos sociales de sus trabajadores,
sirviendo para la producción de alimentos en condiciones de vida digna.
Las leyes
existentes protegen a las empresas multinacionales que explotan nuestras minas
a cielo abierto. El estado no las controla, les da subsidios y les baja los
impuestos. Se calcula que si el Estado se adueñara de uno sólo de los 560
emprendimientos mineros que hay en el país podría construir: 1500 hospitales de
alta complejidad con su instrumental, 5000 escuelas equipadas y 70000
kilómetros de rutas asfaltadas.
Por eso hemos
generado, y propuesto al estado nacional, una Ley Campesina Indígena que
contempla estas necesidades urgentes de las comunidades: el uso social de la
tierra, la entrega de tierras improductivas a familias sin tierra y la
detención inmediata de los desalojos.
Porque cada
día que pasa nuestras tierras se
concentran en menos manos. El 82% de los productores (familias campesinas y
trabajadores rurales) ocupan sólo el 13% de la tierra. Mientras que el 4% de
las denominadas “explotaciones agropecuarias” son propietarias del 65% total de
la tierra utilizada para la producción.
El modelo de
agronegocios impuesto no sólo desconoce nuestra relación y concepción de la
tierra, nuestra posesión ancestral. También nos expulsa de la tierra que
trabajamos por generaciones, a través de la violencia, la mentira y la
complicidad de los gobiernos.
Por esta
situación de desamparo jurídico y de usurpación que vivimos las familias
campesinas indígenas reclamamos que se detengan inmediatamente los desalojos y
los remates de nuestros campos. Para que ninguna familia más tenga que irse de
su tierra.
Seguridad
y Derechos Humanos:
Hombres y
mujeres uniformados que muchas veces nacieron en el mismo lugar que la familia
desalojada. Se niegan a tomar las denuncias o escriben lo que ellos quieren y
no lo que el denunciante declara.
En definitiva,
son cómplices de un sistema que desaloja campesinos indígenas de las tierras en
las que nacieron. Sin que les tiemble un poco el corazón por dejar sin casa a
una familia para que un empresario se llene de plata.
Hoy las
familias que resistimos el avance del modelo de agronegocios sufrimos también
la represión. La policía y grupos armados civiles nos aprietan con total
impunidad. Se pasean armados por nuestros territorios y nos amenazan si hacemos
denuncias.
Pero somos los
campesinos indígenas los que terminamos imputados. Tenemos muchos compañeros y
compañeras imputados por defender sus derechos. Pero aún no hemos logrado que
la justicia sea justa con los responsables de robarnos las tierras y los bienes
de la naturaleza.
Las fuerzas de
seguridad, mantienen los mismos principios morales que los responsables del
genocidio y el terrorismo de Estado. No alcanza sólo con que hagan cursos de
Derechos Humanos si después en las comisarías les enseñan a torturar.
La política de
seguridad de los gobiernos que siguieron a la dictadura militar de 1976 fue siempre
la misma: mano dura. Leyes con penas mayores, más policías en las calles y
comandos especiales. Fuegos de artificio ante una realidad social que necesita
de otras medidas, que no son las de seguridad, para disminuir la violencia en
la que vivimos. Esta realidad social requiere de más democracia, más justicia,
más soberanía popular para disminuir la violencia.
La mano dura
vino acompañada del gatillo fácil. Y las detenciones “preventivas” llenan las
comisarías de gente que aún no fue juzgada por ningún delito. Las cárceles no
tienen ningún proyecto para los hombres y las mujeres que están allí
encerrados. Nada más que eso: el encierro.
Salud:
Para nosotros
tener salud es mucho más que tener remedios y médicos. Creemos que el acceso al
sistema de salud es un derecho que el Estado debe garantizar y que nosotros,
desde nuestra organización, apoyamos. Construimos ese derecho, lo exigimos y lo
alentamos desde lo que hacemos. Estas políticas públicas deben además reconocer
y articularse con todos aquellos saberes y prácticas en salud que nuestros
antepasados han creado y desarrollado a lo largo de generaciones.
Nuestra
propuesta en salud busca recuperar un proceso de intercambio de saberes, como
base para un el trabajo comunitario. Rompiendo con los esquemas
asistencialistas, verticales y autoritarios que tradicionalmente se han dado en
el campo de la salud.
El cambio
fundamental es que la comunidad y los individuos dejen de ser objeto de
atención y se convierten en actores que conocen, participan y toman decisiones
sobre su propia salud y asumen responsabilidades especificas ante ella. Para
eso nos formamos como promotores de salud, hacemos talleres para capacitarnos y
armamos nuestros propios puestos sanitarios y botiquines comunitarios.
Creemos que la
salud es la búsqueda de mejores condiciones de vida. Porque somos parte
inseparable de nuestro ambiente tenemos mucho que aprender del proceso a través
del cual se ha construido el conocimiento y los diversos saberes populares,
entre ellos los referidos a las plantas, hierbas y yuyos medicinales.
La utilización
tradicional de las plantas medicinales por los pueblos campesinos indígenas
siempre se enmarcó en un sistema mucho más complejo de cuidado de la salud, que
implica prácticas culturales y de alimentación sana.
Educación
y Formación:
Como MNCI
organizamos nuestros propios espacios de formación e intercambio de saberes: la
Escuela de la Memoria Histórica, el Campamento Latinoamericano de Jóvenes y la
Escuela de Formación Política. También participamos del Curso de Militantes de
base que cada año organiza el Movimiento Sin Tierra (MST) de Brasil.
Es nuestro
sueño y una realidad construir la Universidad Campesina. Ya comenzamos en
Santiago del Estero con la Tecnicatura en Agroecología. Y existe el proyecto para
la tecnicatura de Promotores de Salud y Maestro Campesino.
Realizamos
talleres y capacitaciones de discusión y prácticos. Estos espacios de educación
popular buscan compartir los conocimientos que cada uno tiene: no hay
profesores y alumnos. Todos aprendemos de todos. Todos tenemos algo para
aportar en la construcción de los saberes.
Las
consecuencias de las reformas y los planes de ajuste neoliberal también
contribuyeron a la degradación de las sistemas educativos públicos primarios,
secundarios y universitarios. La formación que nos da la escuela pública en
todos sus niveles desconoce nuestras particularidades culturales y regionales,
dificulta la comprensión de nuestro entorno, anula casi cualquier posibilidad
de pensar críticamente lo que nos pasa. No se forman técnicos, ni se enseñan
oficios. Mucho menos permiten desarrollar pensamiento en función de la
realidad.
El tema del
empleo no puede ser abordado al margen de este contexto. La educación y el
desarrollo económico están constantemente interactuando entre sí. En nuestro
país cada vez menos niños tienen acceso a las aulas para aprender y jugar con
otros niños. Y cada vez más niños van a la escuela sólo porque es el lugar en
donde pueden desayunar y conseguir un plato de comida.
El Estado debe
garantizar un plan de becas que contenga a los estudiantes desde lo económico,
pero también desde lo pedagógico. A los estudiantes de todo tipo debe
proporcionarles las facilidades para que construyan su formación de libertad,
respeto y solidaridad.
Comunicación:
Para nosotros
la comunicación es una acción que parte de la actitud de escuchar y de tratar
de conocer el contexto en el que vivimos, que queremos modificar.
Es un derecho
fundamental de todos nosotros poder construir nuestros propios medios de
comunicación comunitarios: boletines, revistas, diarios, radios y canales de
televisión.
Nosotros
tenemos radios FM, boletines gráficos, y páginas web. Desde nuestros medios
tratamos de reflejar la vida de las familias campesinas indígenas. Y la única
manera de lograrlo es que sean las propias comunidades quienes generen la
información que se difundirán en cada medio.
La
comunicación, desde nuestra mirada, sirve para conocer y comprender cuáles son
las causas de la pobreza y la exclusión, las nuestras y las de otros. Y también
para conocer y comprender la manera los medios tratan esta cuestión, porque los
medios masivos son espacios centrales para construir consensos u oposiciones
hacia nuestras luchas y reivindicaciones.
Es necesario
que todos los sectores puedan tener acceso a los medios públicos masivos, para
difundir sus discursos sobre lo que hacen, piensan y buscan a través de su
trabajo. Para escuchar y conocer lo que otros hacen y piensan. Para poder
construir una sociedad asentada en la verdad, en el respeto a la voluntad
popular, en la integración de las mayorías.
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