Miguel Hernández, Del coraje, las palabras y los perdones
Acerca de qué y porqué debería la familia del poeta alicantino Miguel Hernández solicitar el perdón al estado español por su conducta ante el infame alzamiento fascista que inició la Guerra Civil (1936-1939).
Resulta siniestro e inaudito que las víctimas del escarnio y la barbarie o los familiares de los muertos y presos políticos deban manifestar arrepentimiento por haber enfrentado a los verdugos militares, civiles y eclesiásticos.
Cuál fue el crimen de Miguel Hernández, aprender a leer y escribir para expresar sus ideas y sentimientos, para describir con pluma valerosa y sensible los muchos dolores y las pocas alegrías del pueblo obrero y campesino.
El niño yuntero, pastor de cabras ajenas no dudó en tomar partido por los humildes, por los oprimidos, humillados y ofendidos por los caciques-terratenientes, dueños de vidas y haciendas.
Miguel Hernández, como Federico García Lorca tenía claras sus convicciones siempre estuvo al lado y del lado de los padecieron los atropellos de las clases altas. Pagó con su vida en una mísera mazmorra el declamar a viva voz sus poemas en los frentes de batalla.
Volvió a Orihuela, su pueblo y los esbirros falangistas lo enviaron a prisión por “rojo”. Allí murió de tuberculosis el 28 de marzo de 1942 a los 31 años en Alicante, España, íntegro e inquebrantable. Ahora, el Poder Judicial de España le propone a su familia que tramite su absolución.
¿Acaso los descendientes de Espartaco deberían solicitar la absolución al Estado italiano por encabezar la rebelión de esclavos más grande de la historia que desafió al Imperio Romano?
Miguel Hernández sostuvo con su cuerpo sus versos:
“Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.
Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas…”
Carlos A. Solero
casolero_1@hotmail.com
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